Un hombre está condenado a cadena perpetua. En realidad, ha estado preso ya por 27 años. Se le conoce en la prisión como el número 46664, y es sometido a las más penosas condiciones todo el tiempo. ¿Su delito? Pensar diferente a quienes gobiernan su país. Su prisión es totalmente injusta, pero se rechazan sistemáticamente todas las peticiones de libertad de parientes y amigos. Finalmente llega al poder un hombre llamado Frederick De Klerk, y ante la clara evidencia de inocencia y la presión internacional, cede. Así, el prisionero es puesto en libertad. ¿Su nombre? Nelson Mandela. Cualquiera puede imaginar que después de 27 años tras las rejas, este hombre se hubiera llenado de odio y resentimiento. Al fin y al cabo, entró a prisión a sus 45 años, y cuando logró la libertad tenía ya 72. Creo que cualquiera hubiera sentido rencor y hostilidad contra quienes lo humillaron así. Pero Nelson Mandela demostró ser todo un líder, con una gran dosis de sentido común. Al salir de la prisión, expresó: “Yo perdono totalmente a quienes me encerraron y a quienes me mantuvieron en prisión. Porque para ser totalmente libre no me basta salir de este injusto encierro; debo también deshacerme de las cadenas que representan el odio y el resentimiento. Declaro que no guardo rencor para nadie”. ¿No le parece un líder excepcional, fuera de serie? Se convirtió entonces en el principal interlocutor para negociar el proceso de democratización de su país. Y junto con el presidente De Klerk, compartió en 1993 el Premio Nobel de la Paz. En las elecciones de 1994, se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica, manteniendo a De Klerk como vicepresidente. Y fiel a sus principios puso en marcha una política de reconciliación nacional, que les permitiera a todas las personas vivir juntas en armonía. Aquel que en su momento estaba condenado a cadena perpetua, tiene ahora una escultura en el Palacio de Westminster, en Londres, y a su muerte años después, asistieron a sus funerales entre muchos dignatarios mundiales, el presidente Barak Obama, y lo lloraron hasta los viejos carceleros de su antigua prisión.
LO NEGATIVO: Dejar que las cadenas del odio y resentimiento nos mantengan prisioneros.
LO POSITIVO: Negarnos a odiar, aún a los que nos hacen mal. Para ser completamente libres.
Por favor, compártalo. GRACIAS.