POSITIVO Y NEGATIVO. Dos Formas de Encarar la Vida
por Emilio Santamaría S.

José Alberto era lo que podemos llamar, un creyente. Nunca dudó de la existencia de Dios. Siempre le pareció una verdad evidente. Le era fácil percibirlo en las noches, con solo levantar la vista y ver el cielo tachonado de estrellas. Y le era fácil percibirlo también en los hermosos ojos de su hijita de dos años, cuando lo miraban con ese amor que lo hacía tan feliz. Y en el hecho de estar vivo, cada mañana, para disfrutar el día.
Pero había algo que lo inquietaba. ¿Por qué no hacía nada Dios para detener la injusticia y la corrupción? ¿Por qué permitía que algunos de sus hijos usaran drogas y alcohol hasta embrutecerse? ¿Por qué dejaba que hubiera niños de la calle y que pasaran frío y hambre? ¿Por qué tanta maldad, sin ver su mano actuar contra ello? Esas ideas le daban vuelta en la cabeza y allá, muy en el fondo de su alma buena, lo llenaban de dudas sobre la bondad de Dios. Y no se sentía cómodo con esos pensamientos, pero no los podía evitar.
Pasaron los días y aquellas dudas se fueron agigantando a medida que se enteraba de lo malo que ocurría a su alrededor. Los noticieros estaban llenos de asaltos, robos y crímenes. Y bien sabía que no inventaban esas noticias, tan solo eran el relato de una cruda y terrible realidad. La pregunta volvía a dar vuelta en su cabeza, ¿por qué Dios permitía que ocurriera todo esto?
Lo peor no eran sus dudas, sino lo mal que se sentía de tenerlas. Hasta que una noche, soñó de pronto con un ángel luminoso, que le dijo: “José Alberto, quien empieza con dudas terminará con certidumbres. Quien empieza con certidumbres terminará con dudas”. El hombre entonces planteó al ángel aquello que lo atormentaba: ¿Por qué Dios no hace nada frente a la injusticia? El ángel levantó la voz: “¿Te parece poco? ¡Te hizo a ti! Te llenó de ideales y de bondad, te dio inteligencia y valores, te dio creatividad e iniciativa y te permite actuar. ¿Por qué no le pides valor? ¡Es lo único que te falta!”
El ángel desapareció. Pero la respuesta estaba clara en el corazón de aquel hombre. ¿Lo estará en el nuestro?
LO NEGATIVO:
Exigir que Dios lo haga todo.
LO POSITIVO:
Comprender que Dios actúa a través de nosotros, en aquello que podamos hacer.
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