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Positivo y Negativo Emilio Santamaria

El gallo de Priscila

POSITIVO Y NEGATIVO. Dos Formas de Encarar la Vida
por Emilio Santamaría S.

Hubo una mujer llamada Priscila que tenía un hermoso gallo del cual se sentía muy orgullosa. Toda la pequeña aldea despertaba cada mañana con su sonoro canto. Y Priscila observó que en cuanto su gallo cantaba, el sol salía en el horizonte y el día se llenaba de luz y calor. Llegó entonces a la conclusión de que era su gallo el que hacía que el sol saliera. Tuvo algunas dificultades con unas vecinas y como era muy testaruda y jamás admitía estar equivocada, aquella gente le dejó de hablar. Enojada entonces, se fue a vivir con una hermana en una montaña lejana, y claro, se llevó el gallo.

En cuanto se instaló en su nuevo hogar, vio muy complacida como puntualmente el gallo lanzó su canto al aire, y ahora en ese lugar el milagro de la alborada se produjo. Desde entonces, muy feliz, se regocijaba cada mañana con la idea de que en la aldea aquella gente perversa que la trató tan mal, vivía en la obscuridad porque le faltaba su gallo y no tenían como llamar al sol.

Priscila está aún convencida de que si la gente de su aldea no ha venido aún a pedirle perdón e implorarle que regrese, se debe a lo mala y terca que es. Se consuela sabiendo que todos esos graves defectos de sus antiguos vecinos están siendo castigados con el frío de una negra noche continua.

¿Conoce usted algunos y algunas “Priscilas” que en uno u otro grado se creen indispensables? Es muy fácil identificarlos. Basta con escucharlos con atención y darse cuenta que piensan que el mundo se detendrá el día que ellos decidan dejar de hacer algo. Sin embargo, la historia nos muestra que si bien todo mundo es necesario, nadie es imprescindible.

Para aquel que aún no está muy convencido, le sugiero hacer un experimento. Vaya de visita a cualquier cementerio, sitúese en el centro del camposanto y eche un vistazo a su alrededor. Piense en que debe haber ahí mismo, bajo las frías lápidas, muchas personas que se consideraban insustituibles, y que por razón natural deben haber sido remplazadas ya.

LO NEGATIVO: 

Creernos tan insustituibles, “que pensemos que es nuestro gallo el que hace amanecer”.

LO POSITIVO: 

Comprender que si bien somos necesarios, no somos indispensables.

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