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¿Puede fabricarse la felicidad?

POSITIVO Y NEGATIVO. Dos Formas de Encarar la Vida:
por Emilio Santamaría S.

Arturo siempre se cuidó de tratar bien a su suegra, aunque en el fondo le era indiferente. Siempre había vivido con ellos. A los dos meses de casados su suegro falleció, y Marielos insistió en traerla a casa. Él había accedido de mala gana, pero nunca se arrepintió. Doña María era sumamente callada. Además, cuando nació Arturito, fue ella la que enseñó a Marielos como bañarlo y como cambiarle los pañales.

Después, se fue encargando de los niños a medida que fueron naciendo. Marielos le ayudaba en el restaurante, y su suegra fue una valiosa ayuda en la casa. Hacía mil cosas, y decidía hasta la hora de acostar a los niños. Arturo la estimaba, pero él mismo notaba que la veía casi como un mueble más de la casa.

Un día leyó un libro titulado “Cómo Ganar Amigos”, de Dale Carnegie y lo impactó. Eran ideas sencillas, por ejemplo: “Usted puede lograr en diez días más amigos, interesándose por los demás, que, en diez años, esperando que los demás se interesen por usted.” Arturo decidió aplicarlo con doña María. Una noche invitó a unos amigos a su casa. Y les presentó a doña María como “el ángel de la guarda de este hogar”. Uno de ellos dijo que su madre le hablaba de ella, habían sido vecinos. Y prometió traerla a la siguiente semana. Arturo vio detenidamente el rostro de su suegra. Estaba sonriente, intensamente sonriente.

Al despedir a los amigos, Arturo y Marielos salieron a la puerta. Era tarde y los niños estaban ya acostados. Doña María apagaba las luces y cerraba las ventanas. Cuando los amigos se fueron y el matrimonio quedó a solas frente al portón, Arturo sintió el brazo de Marielos enlazarlo por la cintura, y él pasó el suyo por los hombros de su esposa. Ella entonces le dijo: “Gracias, Arturo, es maravilloso ver que te interesas en mi madre. Ahora soy completamente feliz”.

Entraron a la casa. Arturo echó un vistazo al estante de los libros y miró aquel del que sacó la idea. Marielos también sabía de dónde había salido ese consejo. Ambos pensaron en la gran lección que hay en la aplicación de esos sencillos principios, que fabrican felicidad.

LO NEGATIVO: 

Esperar que los demás se interesen en uno.

LO POSITIVO: 

Descubrir la magia que hay en interesarnos sinceramente en los demás.

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