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El truco de encontrar culpables

Un médico que pasó muchos años en la África profunda dice que la principal diferencia entre la brujería y la medicina moderna frente a un hombre enfermo está en que la brujería se pregunta: ¿Quién le hizo esto? En tanto que la medicina moderna se pregunta: ¿Cuál es la causa de esto? Las mentes primitivas, sigue diciendo el doctor, buscan la causa de sus temores y fracasos echándole la culpa a alguien.

¿Y nosotros? ¿En cuántas ocasiones no culpamos a la mala suerte de nuestros fracasos? Como si se tratara de una maligna diosa que interviene para frustrar nuestros éxitos. En los Cursos de Ventas Dale Carnegie pedimos a nuestros participantes que cuando un cliente no les compre, jamás pongan en sus reportes: “no se interesó”. Si el producto es el adecuado para cubrir sus necesidades, les pedimos que profesionalmente anoten: “no logré interesarlo”. Es además cuestión de inteligencia. Porque si vemos una situación como la culpa del otro, sentiremos la impotencia de que nuestros resultados están fuera de nuestro control. Pero si somos capaces de reconocer que la falla es nuestra, sentiremos que la situación está en nuestras manos y que ponerle remedio es cuando menos, posible. Esto nos da una sensación de control y nos ayuda a producir resultados.

Sin embargo, pocos están dispuestos a considerar siquiera la idea “quizá sea culpa mía”. Como ese gerente que no logra la cooperación de su gente, o el padre que no consigue que sus hijos estudien a fondo, o el profesor que solo obtiene resultados mediocres de sus alumnos, o el empleado que no es ascendido. ¿Qué pasaría si aceptaran su responsabilidad? Si se preguntarán, ¿Qué no estoy haciendo que debiese hacer? ¿Qué vengo haciendo que no debería hacer?  Estas preguntas pueden ayudar a dejar de lado ese viejo e improductivo truco de culpar a los demás.

Así, podremos decir con Samuel Weiss: “Soy el único responsable de mi propio destino”

LO NEGATIVO: 

Recurrir con demasiada prontitud al viejo truco de culpar a los demás.

LO POSITIVO: 

Ser los suficientemente humildes, y buscar las causas ¡y las soluciones!, dentro de nosotros. 

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