POSITIVO Y NEGATIVO. Dos Formas de Encarar la Vida
por Emilio Santamaría S.
Hasta mitades del siglo 19 el tomate no era considerado como alimento en los Estados Unidos. Se le veía como un fruto extremadamente peligroso porque más de alguno se envenenó con las hojas del tomatero que contiene alcaloides realmente peligrosos. Pero si hay personas a quienes debemos agradecer el poder disfrutar de nutritivas ensaladas y salsas de tomate, uno es sin duda el excéntrico Coronel Robert Gibbon Johnson.
Este personaje quería que el tomate fuera considerado como algo más que una planta ornamental. Así que decidió dramatizar que los tomates no eran ni remotamente lo dañinos que la gente creía. Y anunció que el 26 de septiembre de 1830, en la escalinata del Palacio de Justicia de Salem, New Jersey, se comería no uno sino una cesta entera.
El doctor James Van Meeter, que era el médico del Coronel, declaró horrorizado que ese loco echaría espuma por la boca en un ataque de apendicitis. Una multitud quería ver al Coronel cometer inexorablemente su suicidio. La banda de bomberos tocaba. Johnson escogió uno de los tomates de la cesta, lo mostró al público, y levantando la voz les dijo: Llegará el día que este tomate se le reconocerá y disfrutará como un alimento comestible. Y para ayudar a disipar las historias equivocadas, me los voy a comer todos ahora mismo. Ese mordisco pudo escucharse debido al silencio que guardaba la multitud. El hombre devoraba uno a uno toda aquella cesta de tomates, la multitud se iba animando.
Finalmente, la banda tocó una marcha triunfal, y la multitud prorrumpió en aplausos. El mito había comenzado a ser destruido literalmente a mordiscos. Hoy la agroindustria que lo produce es próspera. Los agricultores de Sinaloa en México o del Valle de Comayagua en Honduras han aprendido a cultivarlos con gran eficacia.
Hoy yo quiero levantar mi voz en agradecimiento por la valentía, la firmeza de convicción y la ingeniosa forma de dramatizar sus ideas de ese formidable hombre que decidió acabar con algunos de los mitos y de los prejuicios absurdos de su época.
¿Tendremos usted y yo una fuerza semejante para defender aquello que pensamos correcto?
LO NEGATIVO:
Creer en un mito por el hecho de que una mayoría crea en él.
LO POSITIVO:
Atrevernos a defender con imaginación y firmeza en lo que realmente pensamos.
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