POSITIVO Y NEGATIVO. Dos Formas de Encarar la Vida
por Emilio Santamaría S.
Dale Carnegie, en su libro “Cómo Suprimir las Preocupaciones y Disfrutar más de la Vida”, relata el caso del Almirante Peary, “el explorador que emocionó al mundo al alcanzar el Polo Norte en trineos tirados por perros el 6 de abril de 1909”. Muchos hombres habían muerto en el intento.
Peary pasó grandes penurias, hambre y frío, se le helaron ocho dedos de los pies y tuvieron que serle amputados. Hubo momentos, según relataba, en que pensó que se volvería loco. Pero en Washington, sus superiores se sentían celosos del renombre que estaba alcanzando. Así que lo acusaron de que malgastaba el dinero recaudado para la expedición científica “paseando y haraganeando por el Ártico”. Ya desde entonces la crítica injusta funcionaba.
De manera que, si somos criticados, alegrémonos por ello. Quiere decir que somos lo suficientemente importantes. Pero no nos preocupemos, recordemos que las críticas injustas son frecuentemente cumplidos disfrazados. Porque no es extraño que por alguna razón hay mucha gente que encuentra una satisfacción muy especial en atacar a la gente que por equis motivo está por encima de ellos. Schopenhauer decía: “El vulgo disfruta muchísimo con lo que supone defectos, incluso locuras, de los grandes hombres”. De George Washington se dijo que era un hipócrita, que era un impostor, sólo un poco mejor que un asesino. De Abraham Lincoln se dijo que era un orate que destruiría el país.
Actualmente, verdaderos expertos crean incluso documentos alterados incriminatorios. Y usando WhatsApp bombardean hacia arriba a aquellos que gozan temporalmente de posiciones más destacadas. Saben que siempre habrá gente encantada que los reenvíe. En Ecuador, en Argentina, en todo Centroamérica, en México se repite ese mismo esquema.
Claro que hay que diferenciar entre esos ataques por el simple hecho de ocupar cierto puesto y el hecho de señalar errores objetivamente que ameritan ser rectificados. Esa es la labor de periodistas y de la oposición sensata.
LO NEGATIVO:
Sucumbir ante los ataques que trae consigo, invariablemente, el hecho de destacarse.
LO POSITIVO:
Sonreír a la crítica injusta, agradecer el elogio encubierto que hay en ella.