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¿Valora usted la amistad?

POSITIVO Y NEGATIVO. Dos Formas de Encarar la Vida:
por Emilio Santamaría S.

Og Mandino escribió: “Los amigos verdaderos nunca se hacen por casualidad, son siempre dones de Dios”. Y yo lo sé bien porque en los momentos más duros de mi vida, he tenido amigos que con sus palabras han sido para mí un bálsamo. Son, sin duda, dones de Dios.

Permítame ilustrar la amistad con esta vieja anécdota. Allá por el año 1885 ocurrió en la cárcel de Exeter, en Inglaterra, algo muy especial. Un condenado a muerte se salvó de ser ajusticiado debido a que el cadalso, recientemente construido para que fuera ahorcado, falló tres veces consecutivas. El frustrado verdugo no comprendió nunca por qué la trampa bajo los pies de John Lee se negó a abrirse, no una, ¡sino tres veces!

Cada vez que Lee, de 19 años, era reintegrado a su celda, los mecánicos inspeccionaban la trampa. El ejecutor accionaba la palanca, y sin Lee sobre el patíbulo, el mecanismo funcionaba perfectamente. Sin embargo, en cuanto se reanudaba la fatídica ceremonia, con el joven de pie sobre la trampa, la soga rodeando su cuello y el capellán de pié junto a él, el mecanismo se negaba a funcionar. Finalmente, se le conmutó la pena de muerte por la cadena perpetua. Logró después su libertad en una amnistía y emigró a América, donde murió de viejo, después de una vida honorable y productiva.

¿Qué ocurrió aquel 23 de febrero de 1885? ¿Por qué la trampa del cadalso se negó a abrirse en el momento en que John Lee sería ajusticiado? Lo sabemos porque fue revelado por otro recluso, años más tarde. La asombrosa buena suerte de Lee tuvo su origen en la amistad que lo unió con los reclusos que construyeron el cadalso.

Clavaron a propósito una tabla torcida debajo de la tarima. Esta tabla estaba colocada en el sitio donde debía hallarse el capellán mientras el prisionero subía al patíbulo. El peso del capellán presionaba la tabla, de tal manera que su extremo inmovilizaba el mecanismo de la trampa e impedía que ésta se abriera. Sin lugar a duda, John Lee, como todos nosotros, tenía razones para agradecer la amistad.

LO NEGATIVO: 

Descuidar el enorme valor de la amistad.

LO POSITIVO: 

Estimar mucho este don maravilloso de Dios, nuestros amigos. 

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